Fuerteventura, conocida por sus paisajes volcánicos, playas de arena dorada y clima envidiable durante todo el año, se ha convertido en uno de los destinos turísticos más codiciados del archipiélago canario. Sin embargo, detrás de esta postal de ensueño, se esconde una realidad que afecta cada vez más a sus residentes: la dificultad de acceder a una vivienda digna, ya sea en alquiler o en propiedad.
El auge de las Viviendas Vacacionales
Uno de los factores que más ha influido en la actual crisis habitacional es el crecimiento imparable de las Viviendas Vacacionales (VV). Este tipo de alojamiento turístico, gestionado a menudo a través de plataformas como Airbnb o Booking, ha proliferado en los últimos años, reduciendo drásticamente la oferta de viviendas disponibles para alquiler de larga duración.
Municipios como Pájara, Antigua o La Oliva han visto cómo buena parte de su parque residencial se transformaba en pisos turísticos. Muchos propietarios, seducidos por los beneficios económicos de los alquileres a corto plazo, han optado por retirar sus viviendas del mercado tradicional, dejando a las familias locales con escasas opciones y a precios inasumibles.
Alquileres imposibles para los residentes
El resultado es un mercado del alquiler cada vez más competitivo y excluyente. Las pocas viviendas disponibles se alquilan a precios desorbitados, muy por encima del salario medio de los habitantes de la isla. En algunos casos, una vivienda de dos habitaciones puede superar fácilmente los 900 euros mensuales, una cifra desproporcionada teniendo en cuenta que el sueldo medio en Fuerteventura ronda los 1.300 euros.
Esta situación obliga a muchas personas a compartir piso con desconocidos, vivir en condiciones precarias o incluso plantearse abandonar la isla. La escasez de vivienda también afecta a trabajadores esenciales, como personal sanitario, docentes o empleados del sector servicios, que no encuentran dónde vivir pese a tener empleo estable.
Comprar, un lujo al alcance de pocos
La otra cara del problema es la compra de vivienda. Los precios también han experimentado una subida sostenida, impulsada por la inversión extranjera y la especulación inmobiliaria. Las zonas más turísticas concentran el mayor encarecimiento, pero incluso en áreas del interior, los precios se han disparado.
Para muchas familias jóvenes, comprar una vivienda se ha convertido en un sueño cada vez más lejano. A la dificultad de ahorrar para una entrada, se suma la escasa oferta de promociones asequibles y la competencia con compradores internacionales que buscan segunda residencia en la isla.
¿Qué soluciones hay sobre la mesa?
Frente a esta situación, colectivos vecinales, sindicatos y algunos partidos políticos reclaman medidas urgentes: desde una regulación más estricta de las Viviendas Vacacionales hasta la promoción de vivienda pública en alquiler, pasando por incentivos para que los propietarios apuesten por contratos de larga duración.
Además, se pide al Gobierno de Canarias y a los ayuntamientos una planificación urbanística que tenga en cuenta las necesidades reales de la población residente, y no solo el crecimiento turístico.
Conclusión
La crisis de la vivienda en Fuerteventura no es un fenómeno aislado, sino una consecuencia directa del modelo de desarrollo turístico adoptado durante años. Encontrar el equilibrio entre economía y derecho a la vivienda es uno de los grandes desafíos que enfrenta la isla. Y mientras no se tomen decisiones valientes y coordinadas, cada día más majoreros se verán obligados a abandonar su hogar en busca de un techo que puedan permitirse.