Con motivo del 1 de mayo, Día Internacional del Trabajador, es importante recordar el verdadero sentido de esta fecha: la defensa de los derechos laborales y la dignidad de todas las personas que trabajan. Más allá de ser un día festivo, es una jornada para reflexionar sobre las condiciones en las que desempeñamos nuestro trabajo, poniendo especial énfasis en un aspecto muchas veces olvidado: la salud mental en el ámbito laboral.
Vivimos en una época en la que, lamentablemente, todavía son frecuentes los abusos en los entornos de trabajo: abuso de confianza, cargas excesivas y falta de respeto hacia los límites personales. Muchas veces, gestos de buena voluntad de los trabajadores se transforman en obligaciones impuestas, generando situaciones de injusticia y desgaste emocional.
El 1 de mayo debe ser una fecha para reivindicar la necesidad de un trato justo, humano y respetuoso en todos los lugares de trabajo. No se debe permitir que los favores se conviertan en normas, ni que la profesionalidad de las personas sea aprovechada en su contra.
Por ello, hoy más que nunca, recordamos que la salud en el trabajo no solo es física, sino también mental, y que construir entornos laborales saludables es una responsabilidad colectiva que debemos exigir y proteger.
Este Día del Trabajador, hagamos un llamado a la conciencia, la equidad y el respeto mutuo.
Porque un trabajo digno también es un trabajo sano.